En una llanura vasta y solitaria, se erguía un árbol peculiar: era el Árbol del Recuerdo. A diferencia de otros árboles, no tenía hojas verdes ni flores brillantes. En su lugar, colgaban cristales opacos de sus ramas, cada uno representando un recuerdo de alguien que había visitado el árbol.
Dalia, una joven de mirada melancólica, llegó un día a la llanura. Había oído hablar del Árbol del Recuerdo y esperaba encontrar alivio a la pesadez que sentía en su corazón. Se acercó al árbol y, al tocar uno de los cristales, una oleada de emociones la inundó. Era el recuerdo de un anciano que, como ella, había buscado consuelo en el árbol. Las memorias de otros se mezclaron con las suyas, creando un torbellino de sentimientos.
En medio de la confusión, una voz suave resonó en el aire. Era Lumi, el Guardián del Árbol. Con una apariencia etérea y luminosa, flotó hacia Dalia y le dijo: «No te pierdas en el mar de recuerdos. Cada cristal es un reflejo del pasado, pero tú tienes el poder de crear nuevos momentos y transformar la oscuridad en luz.»
Dalia miró a Lumi, sus ojos llenos de lágrimas. «Pero siento un peso tan grande, como si una nube oscura cubriera mi corazón.»
Lumi la condujo a la base del árbol, donde había un pequeño estanque de aguas cristalinas. «Observa tu reflejo», dijo. Dalia miró y, en lugar de ver su rostro, vio un caleidoscopio de momentos: risas, lágrimas, amor, pérdida.
«La depresión», comenzó Lumi, «es como una nube que oscurece tu luz interior. Pero no olvides que, así como las nubes se mueven, tú también puedes cambiar y encontrar claridad. Cada recuerdo en este árbol es una lección, una historia de superación. Y así como ellos encontraron esperanza, tú también puedes hacerlo.»
Dalia, inspirada por las palabras de Lumi, decidió crear un cristal propio. Concentrando sus pensamientos y emociones, formó un cristal brillante y translúcido, que representaba su deseo de sanar y encontrar felicidad. Lo colgó en una de las ramas más altas del árbol, dejando que su luz iluminara la llanura.
Con el tiempo, Dalia regresó al Árbol del Recuerdo, no como una buscadora de consuelo, sino como una portadora de esperanza. Junto a Lumi, ayudó a otros a comprender sus emociones y a crear cristales llenos de luz y positividad.
El Árbol del Recuerdo se convirtió en un símbolo de resiliencia y transformación. Y Dalia, con su determinación y valentía, demostró que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una chispa de luz esperando ser descubierta.
Así como Dalia encontró esperanza, tú también puedes hacerlo. En Starbien podrás encontrar este apoyo para manejar y superar la ansiedad y depresión, con programas especializados, terapia profesional, grupos de apoyo, recursos terapéuticos y consejera 24/7, a precios asequibles. Todo con mucho amor.